Lo cierto es que muchas veces esta manera de vivir es utópica por cuestiones de tiempo, dinero u otros factores. Por ello a veces descuidamos este aspecto. Optamos por comer cualquier cosa para salir de apuros y nos limitamos a hacer menos esfuerzo físico diariamente para evitar que el agotamiento excesivo absorba parte de la energía necesaria para el arduo trabajo cotidiano. Por ello, a veces nos descuidamos y no lo advertimos hasta cuando llega algún evento importante en el que queremos lucir bien, o llega el esperado verano. Es así, que nos enlistamos en una carrera contra el tiempo para perder peso y optamos por alguna de las dietas rápidas que nos ofrecen los medios y parecen estar a la medida de lo que necesitamos: Perder peso en la menor cantidad de tiempo posible.
Las dietas rápidas son regímenes elaborados para una cierta cantidad de días, en los que si se sigue al pie de la letra, la persona indudablemente perderá peso en tiempo récord. Son efectivas a corto plazo. Estás dietas además de hacerte perder peso sirven para desintoxicar el organismo, que ha estado sometido a ataques masivos de comida poco saludable, logrando así una reacción inmediata del metabolismo.
Sabemos sin embargo, que una dieta rápida no es una opción para mantenerse delgado y mucho menos saludable, pero podríamos tomarla como un comienzo al cambio de hábitos o como una salida para vernos mejor en determinados momentos.
Debemos estar conscientes de que generalmente, por no decir siempre, las dietas rápidas van de la mano con el efecto “rebote”, es decir, cuando uno deja de hacer el régimen y come cualquier cosa, el organismo asimila el doble los alimentos. En pocos días uno podría volver a ganar el peso perdido y dependiendo del organismo, inclusive engordar unos kilos más.